Hace pocos años atrás había llegado la Navidad a la familia del amigo del balón, Oliver Atom. Su fiel entrenador Roberto Sedinho les contó cómo se celebraban las fiestas en Sudamérica, y la idea de cenar, bailar y festejar alrededor de un árbol lleno de luces les pareció de lo más increíble del mundo.
Aquella víspera de Navidad la disfrutaron como nunca, Roberto bailó arriba del balón, Oliver también, e hizo karaoke con sus rivales, el rudo portero Richard Tex-Tex y el delantero rompecorazones con problemas al corazón, Andy Johnson. Tom Misaki y Steve Hyuga no pudieron asistir, porque tenían otros compromisos familiares.
La noche anterior había sido inolvidable y Oliver deseó con todo su corazón que el día de Navidad durara para siempre. Pero, ¿cómo lograrlo?
Oliver recordó que cada vez que pateaba el balón de media cancha (su famoso tiro de remate) era capaz de detener el tiempo, así que, sin más preámbulos, salió a la cancha más cercana a patear su querida pelota hasta el arco rival.
Richard —todavía algo cansado— lo acompañó en la portería y Andy se quedó quieto desde las gradas viendo cómo el recorrido de la esfera se hacía eterno… Su paso dejaba una tenue estela goleadora. Algún día ese balón con efecto llegaría al otro lado.
Mientras tanto, la Navidad de Oliver Atom será eterna.
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