¡Hola! Aquí va el séptimo cuento de Navidad:
El casi pan de Pascua
Un concierto de pasas, nueces, clavos de olor, canela y frutas confitadas resonó en el paquete de papel enmantequillado que mi abuela llevó al horno. Todo parecía ir en cámara lenta y tardó en salir de allí un olor más navideño que “El burrito sabanero”.
Me quedé observando para ver cómo subía esa preciosidad cafesosa y preparé mi plato para servirme el primer trozo oficial de la temporada.
Estaba listo para zamparme un pedazo o dos, pero mi abuela me detuvo en seco: “Espera un poco, está caliente. Te aviso cuando esté listo mi chiquillo”, me dijo. Y esta vez le hice caso, porque la última vez me quemé la lengua con un queque.
Entonces me fui a ver la tele un rato porque había llegado la vecina, y se quedaron ahí conversando mucho rato. Mientras tanto, yo seguía esperando el llamado del sabor…
De repente sonó el cierre de la puerta, eso significaba que la vecina se había ido. ¡Wujú!
Me apresuré a la cocina y vi en mi plato un trocito tan chiquitito que no sabía si era para mí o para una hormiga. “Se me fue avisarte, mijito, es que nos fuimos en la conversa y el pan de pascua estaba tan rico que olvidé avisarte”, me dijo mi abuela con una sonrisa llena de miguitas tostadas.
“Al menos te dejamos un poco, alégrate”, me dijo como palabras de consuelo. Entonces mi corazón se devoró la mitad de la mitad, el pedazo del pedazo, la miga de la miga. No quiero sonar dramático, pero me salió una lágrima cuando comí el último mordisco y luego sentí la nada de mi plato vacío.
“Ya, vamoh a salir a comprar pan de pascua a la vuelta, nos va a faltar”, avisó mi abuela y salimos a caminar.
Encontramos uno cerca, no era igual al de mi abuela, pero se parecía bastante. Era casi el mismo pan de pascua que hacía ella. Casi, pero no igual, y me cae otra lagrimita con sólo recordar.
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Un abrazo navideño,
Feliza
Cuentos de Navidad publicados:
#1 La segunda Navidad del señor Scrooge