#3 Vuela, mujer paloma
¿Qué habrá pasado con la señora de las palomas de Mi pobre angelito?
¡Hola! Aquí va el tercer cuento de Navidad:
Vuela, mujer paloma
En el entretecho de un viejo teatro de la ciudad de Nueva York, vivía una mujer en compañía de sus queridísimas palomas. Las cuidaba con delicadeza, y las veía salir y regresar a través de las ventanillas de la habitación con una sonrisa, preguntándose qué se sentiría volar libremente como ellas.
Cada año antes de Navidad, la mujer sacaba de su bolsillo una figurita con la forma de una paloma blanca que alguna vez le regaló un niño perdido en Noche Buena, y se preguntó si acaso este año por fin se lo encontraría de nuevo en el mismo lugar. Ya habían pasado varias navidades sin verlo, y se preguntaba si estaba bien.
En medio del gentío de las calles, logró hacerse espacio y llegó hasta la gran fuente del Central Park. De pronto perdió el equilibrio y, por accidente, se le cayó la figurita blanca directo al agua. Por un momento se lamentó, se llevó la mano al pecho y le dijo al viento que si fuera una paloma la iría a rescatar ya mismo, porque era el recuerdo de un buen amigo.
Después regresó a su refugio en lo alto del teatro junto a las palomas y se quedó profundamente dormida escuchando el ronroneo de sus amigas emplumadas.
Entonces dieron las doce de la noche, y una de las ventanillas se abrió de golpe y el frío viento la despertó de sopetón. Extendió sus brazos y de repente los sintió más ligeros. Los vio de reojo y notó que ahora estaban cubiertos de plumas: ahora tenía alas; luego se quitó las mantas de encima, estiró su pico, y posó sus patas en el alféizar. Era el momento de volar.
Desde esa noche se le ha visto volando por todos lados, rescatando pequeñas cosas entre los árboles y en las aceras. Nueces, estampillas, migas y piedras.
Y a veces vuela muy lejos.
Se le ha visto sobrevolando las dulces corrientes del Mediterráneo, disfrutando los baños termales de los monos de las nieves en Japón, y devorando unas cabritas de maíz en el centro de Santiago de Chile.
Si te gustó mi trabajo y quieres apoyarme, invítame un tecito.
Un abrazo navideño,
Feliza