#12 Un regalo que desconocía
¿Alguien más está sentado en la mesa de Noche Buena? ¿Un invitado especial?
¡Hola! Ya van 12 cuentos. ¡Increíble! Cada uno ha sido una verdadera hazaña, es un desafío entretenido. ¿Qué te han parecido los relatos que he enviado hasta el momento? Me gustaría recibir tus comentarios; responde este correo y cuéntame o deja un comentario en Substack.
Aquí va un nuevo cuento de Navidad:
Un regalo que desconocía
En una bolsa adornada con una cinta roja había un regalo que desconocía.
Por fuera se veía inocente, pero por dentro tenía algo encerrado y se sacudía para que lo liberara de una vez por todas. Todavía no era hora de abrir los regalos de Navidad, así que decidí esperar un rato.
Y susurrando le pregunté: “¿Cómo llegaste allí?”. Se remeció y me dijo que tenía un destino luminoso para las fiestas. “¿Luminoso? ¿A qué te refieres con eso? ¿Eres mi regalo?”, interrogué con curiosidad ya que era el único paquete sin nombre.
“Sólo diré que alguien de tu familia me necesita”, dijo entre risas el movedizo obsequio.
Entonces comencé a preguntarme qué podía ser. ¿Acaso una chinchilla parlanchina? ¿Un montón de globitos sonoros? ¿O uno de esos parlantes con inteligencia artificial? O quizás algo más extraño, algo que no he visto jamás.
“No, nunca me has visto”, me aseguró de repente, como si leyera mis pensamientos.
Se acercaba el momento de abrir los regalos, pero primero debíamos cenar. Miré de reojo hacia la parte baja del árbol, pero el misterioso paquete ya no estaba allí, ahora estaba al lado mío, sentado y esperando a alguien en particular.
“¿Qué haces aquí?”, le dije.
Pero no alcanzó a responder cuando de repente apareció mi abuelo saludando con su semblante siempre tan serio para las fiestas, casi parecía que no quería estar allí.
Lo saludé con una sonrisa, y como cada año, se dispuso a sentarse a mi lado. A MI LADO… ¡Justo encima de la bolsa con la cinta roja!
Entonces sonó “¡PUUUUUM!”, igual que un peo, sólo que adornado con papelitos navideños. De pronto todos nos quedamos congelados en el tiempo, y vimos cómo se formaba una lenta pero auténtica sonrisa en el rostro de mi abuelo, parecía iluminado. Bajó la vista, nos miró entre carcajadas y dijo: “¡¿Quién fue?!”.
Todos nos quedamos mirando, y de repente, sin que nadie más lo notara, sentí una risita que sonaba igual que el paquete de regalo que desconocía.
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Un abrazo navideño,
Feliza
Cuentos de Navidad publicados:
#1 La segunda Navidad del señor Scrooge
#4 La inesperada confesión del trono real
#6 Horton y la Navidad de los Quién
#8 En espera de su pequeño Capitán